“Lo más importante es que el interno logre reinsertarse en la sociedad, todas las acciones apuntan a eso”, remarca Carlos Arnau, interventor del departamento de Producción de Institutos Penales. Y explica que con ese espíritu volvieron a ponerse en marcha los 13 talleres en Villa Urquiza.
“Nuestra función es generar labor-terapia para todos los internos. Los talleres ya existían, pero estaban casi todos parados. Solo funcionaban la imprenta y la cocina, básicamente porque comen todos los días”, recuerda Arnau.
A partir de octubre del año pasado, volvieron a encenderse los motores de las demás áreas. “Primero comenzamos la reconstrucción de la cocina porque estaba en muy malas condiciones edilicias. Respecto a la imprenta, hemos comprado máquinas de mucha capacidad y ahora estamos haciendo 200.000 libretas para las escuelas”, celebra.
El interventor indica que alrededor de 200 internos participan de manera activa en los talleres, pero que irán sumando más personas a pedido de los jueces. Hacen carpintería, herrería, mosaiquería y mimbrería, entre otros oficios. “Existe un jefe de Producción, que es un civil (Mariano Hernando) y a su vez en cada departamento hay un penitenciario responsable”, explica. Cada preso recibe una remuneración por esa actividad, aunque no quiso dar a conocer el monto.
Según afirma Arnau, el objetivo es que los internos cuenten con herramientas que les permitan ganarse la vida el día que recuperen la libertad. “Lo más importante es que el interno logre reinsertarse en la sociedad. Queremos que haya cursos, que los capaciten y les den certificados para que cuando salgan tengan eso para conseguir un trabajo”, destaca.
Convenios
Se firmaron convenios con varias instituciones y organismos del Estado para reactivar esa producción. Arnau dice que esos emprendimientos provocaron que se contagie el entusiasmo muros adentro. “Al principio había un descrédito porque venían sin hacer nada, muchos cobraban y no trabajaban porque se habían cerrado los talleres. Ahora están contentos y tratamos de incentivarlos con una mejor remuneración. Veo mucha gente motivada”, asegura.
Lo que más horas de trabajo les demandó fue la tarea de amoblar el nuevo pabellón, que se inauguró la semana pasada. Los presos fabricaron todas las camas cucheta y los colchones ignífugos. En cuanto terminaron, se continuó con la producción de colchones para ayudar a los inundados del sur provincial.
Arnau cuenta que firmaron un convenio con una cadena de supermercados para que los internos reparen los carritos rotos. “Ellos nos proveen de los materiales y nosotros le cobramos la mano de obra”, aclara. También señala que un colegio privado de la localidad de Metán les encargó 200 pupitres y que compraron máquinas de coser para que las internas del penal de mujeres produzcan remeras para una conocida firma. Agrega que reactivaron la granja, ubicada en El Cadillal, para cosechar las verduras que se consumen y ahorrar costos. Y anuncia que hay más proyectos que con el tiempo se conocerán.